viernes, 22 de julio de 2011

Agridulce

Era jueves, y ella viajaba sentada en el Metro. Se le veía un poco ansiosa, y quizás también un poco nerviosa. Bien seguido apretaba su cartera y miraba el reloj. Se notaba que iba arreglada para una ocasión especial, y que le había puesto un empeño particular al maquillaje, como si nunca antes se hubiera pintado. De vez en cuando se paraba, y cuando podía miraba su reflejo en las ventanas del tren, para verificar que todo estaba en su lugar.

Veinte minutos después se encontró con su hijo. Tras un largo abrazo, se miraron un instante. No se habían visto en años. Él estudió en la Escuela Militar, y ella - emocionada - vio que ya no era el niño de 18 años que recordaba. Él acababa de graduarse ese mismo día, el primero de toda la familia. "Qué orgullo", pensó, pero al mismo tiempo deseaba que no hubiera sido ese jueves, sino cualquier otro día del año.

No correspondía celebrar. Entraron juntos de la mano al cementerio. Era el aniversario de la muerte de su marido.